domingo, 21 de diciembre de 2008

Pontiac Bonneville

A Gustav le acaban de publicar la intro de su cuarta novela, saldrá a la luz por fascículos conjunta e inseparablemente con los números de la revista Play Boy. Hace meses me lo envió vía mail.

My brother había desaparecido hacía apenas un mes. Todos los intentos de localizarle fueron nefastos.

Comencé su búsqueda por la desértica carretera del Valle de la Muerte (en inglés Death Valley) arteria singular de la cochambrosa Route 66 que tanto le gustaba.

Andaría buscando inspiración, o quien sabe que cosa, en alguno de aquellos resecos moteles low cost, logrando el sustento tocando su vieja guitarra en noches de güisqui DYC y extraños bailes con viejas chinches de colchón americano.
… y para colmo la loneta del viejo Pontiac Bonneville se partió.

comenzó a caerme agua desde la calvorota, pasando por el cuello hasta dios sabe donde.

La tormenta prometía convertirse en tornado. Y todo por el puto brother, ¿donde coño se habría metido? y sobre todo: quien me manda ir en su busca…

La línea blanducha del asfalto, que un día fue carretera, luchaba por marcar el camino hacia Alburquerque pero la lluvia y el polvo negruzco, como una amantis religiosa estrujaba sus perfiles para asfixiarla y engullirla con sus obscuras fauces.

Un neón lánguido con tono rosáceo parecía, a lo lejos, parpadear ofreciendo cobijo, y quien sabe si algo de diversión.

Otros neones, mas sugerentes, indicaban el camino hacía el parking techado.

Bajo un paramento cutroso, que algún día fue verde, paré el agujereado Pontiac del 58, con un deseo inmenso de que cicatrizara su brecha de la capota.

Miles de piedras de río entremezcladas con cientos de cascotes de vidrio y docenas de latas de cerveza alfombraban el recinto que a modo de pasillo invitaba a la entrada del garito.

Ante la puerta un sugerente póster me hizo no dudar y entré.

Forastero

hoy en el “Millenniun”

actuación de las “four season”

no te las pierdas o te arrepentirás…
continuará…

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