Una tal Jacqueline cambió su remite y hoy nos vemos obligados a leer sus relaciones epistolares con individuos, a todas luces, obscenos y repletos de pecaminosas prácticas, seguramente figuradas. Oh santa inquisición, si pudieras volver, pero las fogatas yacen sin arder por falta de suministro de butano, una nueva güelga de los repartidores nos obliga a convivir con tan desagradables individuos y sus putos escritos.
Querida hermanita:
Hoy, también, me he despertado duro, durísimo. La imagen de tu provocador culo revolviéndose sobre el nuevo escarpé de rojo encaje, no deja de perseguirme hasta bloquearme.
Te luciste suplicando un azote y hasta pellizcos te hubiera ofrecido como preámbulo al sin fin de tiernos besitos con los que cubriría tus apetecibles y siempre desafiantes nalgas.
Poder, después, en la cómplice y silenciosa despedida amasártele, como un escultor privilegiado, es el mejor obsequio que Santa Claus ha sabido darme.
Exquisita y exhibicionista hermanita parto esta misma noche hacia Melbourne, sabes como dar conmigo. Me siguen gustando las siestas.
Au revoir petite soeur.
Merci Jacqueline.
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jueves, 25 de diciembre de 2008
Incesto Navideño
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domingo, 21 de diciembre de 2008
Mesa para ocho s’il vous plait.
Cuberterías imperiales de castillos invisibles, rústicos manteles cubriendo un mundo desgajado por guerras y olvidos, entre nosotros, invitados de lujo que brindan sin ser vistos: un tal Melquíades con su atillo a rebosar de inventos imposibles, una tal Alicia buscando, en confusas lenguas de babel, un país desbordante de maravillas, trileros de cualquier condición, un extranjero que acababa de perder a su madre, Rómulo y Remo invitándonos a volar desde entrecortadas conversaciones a teléfonos celulares, y sobre la mesa sabrosas viandas llegadas de los mas remotos confines y otras tierras soñadas:
La suculenta paella de Tuzla donde las canteras se entremezclan con las salinas y los manantiales se abren camino entre miles de ciruelos en flor; los excelentes caldos de Zobeida, población donde buscan y saben reconocer quién y qué en el medio del infierno, no es infierno, anchoas de los mares de Cloe y Eutropia; tortilla de Laudomia salteada con juguetonas almendras de Venecia, recolectadas en una mañana de niebla; tarta bañada en lúbricos licores de Canterbury más allá del condado de Kent y suculentas strawberrys cosechadas en cualquier venta Manchega que gimieron al ser seccionadas.
Pero disfrutar de tan magno almuerzo y paladear sus manjares tenía un precio… y aquellos comensales, ilusionadas book persons, estuvieron prestas a su pago: entusiasmo, risas, ironía, literatura, complicidad, cruces de miradas y una eterna pregunta ¿que habrá más allá del horizonte?.
La suculenta paella de Tuzla donde las canteras se entremezclan con las salinas y los manantiales se abren camino entre miles de ciruelos en flor; los excelentes caldos de Zobeida, población donde buscan y saben reconocer quién y qué en el medio del infierno, no es infierno, anchoas de los mares de Cloe y Eutropia; tortilla de Laudomia salteada con juguetonas almendras de Venecia, recolectadas en una mañana de niebla; tarta bañada en lúbricos licores de Canterbury más allá del condado de Kent y suculentas strawberrys cosechadas en cualquier venta Manchega que gimieron al ser seccionadas.
Pero disfrutar de tan magno almuerzo y paladear sus manjares tenía un precio… y aquellos comensales, ilusionadas book persons, estuvieron prestas a su pago: entusiasmo, risas, ironía, literatura, complicidad, cruces de miradas y una eterna pregunta ¿que habrá más allá del horizonte?.
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