domingo, 8 de febrero de 2009

Transportes Públicos


Hoy el metro olía a caspa. La mezcla de halitosis era irrespirable, los constipados, gripes y otras infecciones buco-faringeas inundaban el vagón. Los clines envolvían meticulosamente, una y otra vez, casi de forma fetichista, las ensaladas pseudo verdosas que volvían a ser custodiadas con ahínco para minutos mas tarde seguir con su aliño.

Por fin la salida, tarde como casi nunca, las obras del apeadero de Opera prosiguen, el hormiguero en que se a convertido Madrid nunca termina de derrumbarse, llegará el día no lo dudo.

Breve andadura entre cascotes, planchas metálicas que tapan zanjas y ya en la calle breve paseo por el caldillo formado sobre las futuras aceras y caminos peatonales: brebaje de barro, cemento, excrementos caninos, diarios gratuitos que lucen alfombrando el pavimento y ZAS en tres minutos en la mesa de la oficina donde me esperan ocho horas de maravillosa rutina y sin sentido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario