domingo, 28 de abril de 2013

Domingos enlutados.

Revolviendo entre los archivos de su difunto padre, en el polvoriento desván de la casa de campo, encontró un refranero desencuadernado, añoso, agonizante.

La fortuita caída del libelo mostró, al despanzurrarse contra el suelo, dos refranes subrayados a lápiz:

"no hay dos sin tres" y "a la tercera va la vencida"

se cerró premoritoriamente el sabio de los consejos y el polvo intentó escaparse de entre sus tostadas páginas.

Un nuevo suspiro, sin ruidos, como una letanía encogió su corazón.  El escondido teléfono sonó, (ese artefacto que como bien es sabido a los amantes les puede dar o quitar la vida), comenzó a gritar un nombre, que minutos mas tarde se hizo carne. Una nueva señal.

En la sobremesa, los créditos de una movie road televisiva cercioraban pensamientos y sentires:

"...nuestro amor es inevitable
amén, amén, amén.
Un día vendrás a mi
sin maletas
ni recuerdos
vendrás a quererme para siempre..."

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