Laila pensó por unos instantes en Cenicienta y en busca del estileto perfecto tiró y tiró de tarjeta, acumulando bolsas portadoras de sandalias, botines, botas y zapatos de estilizado tacón; hasta que, en el display de caja de unos grandes almacenes, apareció: "saldo insuficiente".
Eric como un "forastero" escapado de un western mostró la suya a la dependienta diciendo: "pase la mía"
Laila atónita sonrió complaciente, como entregándose en alma y cuerpo a ese generoso caballero enlutado en cuero negro. Miró alborotada su rolex (de burda imitación), aún marcaba las 20:01 disponía de cuatro horas hasta que el hechizo se rompiera.
viernes, 9 de enero de 2009
Cenicienta versus VISA
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